Qué comer en Toulouse: 10 comidas típicas que tienes que probar
La gastronomía francesa, mundialmente reconocida, evoca instantáneamente imágenes de croissants con olor a mantequilla, baguettes recién horneadas, vinos tintos con solera y aterciopelados quesos como el Camembert. Sin embargo, la gastronomía del país galo es infinitamente más compleja que la realidad simplificada que estos estereotipos dubujan. Y en particular, debido a su envidiable clima, a la influencia catalana y vasca, a la calidad de sus ingredientes, y a su proximidad a las costas mediterránea y atlántica, la gastronomía del Suroeste de Francia es una de las más complejas, ricas y apasionantes de Europa. Si Toulouse, la Ville Rose, está en tu radar para un futuro viaje, prepárate para un festín inolvidable. Te presentamos 10 joyas culinarias que simplemente no puedes pasar por alto.
1. Cassoulet
El cassoulet brilla con luz propia en el firmamento culinario del Suroeste francés. Imagina un guiso reconfortante y meloso de tiernos judiones blancos con suculento confit de pato, cuya carne simplemente se deshace al contacto con la cuchara, y embutidos selectos, como la salchicha tolosana. Aunque pueda recordarnos a la familiar fabada asturiana, el cassoulet tiene su distintivo sello gourmet: una vez cocinado en cazuela de barro cocido, se le da el broche de oro con una capa de pan rallado y grasa de cerdo, y se gratina hasta que su superficie se transforma en una tentadora costra dorada, crujiente y sabrosa. Un deleite para los sentidos.
2. Saucisse de Toulouse
En las carnicerías tolosanas, la Saucisse de Toulouse desafía la norma: aquí nunca la pedirás al peso, sino que dirás cuántos seréis en la mesa. Esta jugosa salchicha se presenta en una espiral majestuosa, de la que el carnicero destajará la longitud perfecta según los apetitos que vayan a ser saciados. Manteniendo su emblemática forma en espiral, se dora en la sartén durante 7 minutos por cada lado, cuidando de no perforar su piel para preservar todos sus jugos en el interior. Y para completar este festín, se sirve junto a aligot, un puré de patatas mezclado al 50% con Tomme d'Aubrac. Este queso local, suave y semi-curado, se funde a la perfección, confiriendo al aligot esa textura elástica que te hace volver por más. ¡Aligot-saucisse, un manjar que danza entre tradición y exquisitez!
3. Planche de fromages du Sud-Ouest
Mientras que muchos asocian la región del sur de Francia únicamente con el mundialmente famoso Roquefort, los amantes del queso saben que esta zona es una mina de oro en cuanto a delicias queseras. Cada bocado revela una rica herencia de sabores y texturas, desde los frescos quesos de leche cruda de oveja y cabra, hasta las reliquias añejadas como el Beufort d'Alpage o el Comté Réserve. Y no podemos olvidar joyas cremosas como el Brillat Savarin, cuyo sabor complejo deleita y sorprende a cada paladar.
En Toulouse, es una tradición arraigada darse cita en los mercados de abastos locales durante la hora del almuerzo o en un acogedor bar à vin al caer la tarde, alrededor de las 18h. Allí, puedes maravillarte con los vinos regionales que se sirven armoniosamente junto a generosas tablas de quesos regionales. Y es que, ¿qué mejor manera de impregnarse de la atmósfera local que disfrutando de sus sabores más auténticos en buena compañía?
4. La Fénétra
Toulouse, con su rica historia, es el hogar de una serie de recetas ancestrales que han resistido el paso del tiempo. Una de las más emblemáticas es "La Fénétra", que data de tiempos del Imperio Romano. Este nombre peculiar proviene del término "finestra" en latín, que se traduce como "ventana". Y es que esta tarta (que consta de dos capas: una crocante base de pasta brisa y una capa superior de húmedo y airoso bizcocho de almendra) en la antigüedad presentaba una "ventana" central a través de la cual se podía ver el relleno, confeccionado con deliciosa confitura de albaricoque o de limón.
Degustar "La Fénétra" no es solo un deleite para el paladar, sino también un viaje en el tiempo, un bocado que nos lleva de vuelta a los días en que Tolosa era una bulliciosa ciudad romana. Es una experiencia que combina tradición, historia y sabor en cada mordida.
5. Foie gras de canard
Al hablar de la gastronomía francesa, es imperativo mencionar uno de sus platos más exquisitos y controvertidos: el foie gras. Este manjar, cuya traducción literal es "hígado graso", ha sido símbolo de lujo y sofisticación durante siglos. Y si hay un lugar en Francia donde se le rinde culto, ese es el suroeste, con Toulouse como su santuario.
En Toulouse, la tradición del pato es tan arraigada que la ciudad se ha ganado el título de "capital del pato". Aquí, el foie gras no es solo un producto gourmet, es parte de la identidad, una herencia cultural que se ha transmitido de generación en generación. Los chefs locales, auténticos maestros en su oficio, han desarrollado dos versiones que te dejarán sin palabras. Por un lado, el “mi-cuit”, un foie cocido a baja temperatura al vacío en un baño de agua, conocido por la precisión de su punto de cocción y su cremosidad. Por el otro, el "a l'ancienne", que es confitado lentamente en su propia grasa, sin bolsa, adoptando un sabor mucho más profundo y una textura sedosa.
El secreto de su encanto radica no solo en la calidad del hígado, sino también en la manera en que se sirve. Imagina una rebanada de pan rústico, tostada a la perfección, cubierta por una porción generosa de foie gras, salpicada con sal en escamas y un toque de pimienta negra recién molida. Esta combinación crea un contraste de sabores y texturas que provoca una auténtica explosión en el paladar.
6. Rillette d'oie
Al pensar en rillettes, muchas veces lo primero que viene a la mente es la carne de cerdo. Sin embargo, en Toulouse, la carne de oca se convierte en la estrella de este manjar. Para prepararlo, la carne se cocina lentamente, a fuego lento, durante horas y horas, hasta que se desprende del hueso y puede desmenuzarse fácilmente con un tenedor. El resultado es una pasta untable, rica y sabrosa, que conserva todo el sabor profundo y robusto de la oca.
Lo que distingue al rillette d'oie de Toulouse es su sabor distintivo, realzado con especias como la nuez moscada. Esta especia le da un toque exótico y aromático que combina perfectamente con la carne. Al probarlo, se siente una explosión de sabor: la carne es jugosa y tierna, con una textura que se derrite en la boca.
7. Violettes de Toulouse
La historia, como una dulce melodía, nos lleva a los días de Napoleón III, donde un soldado francés, enviado en misión a tierras italianas, regresó con un regalo para su prometida que trascendería el tiempo: un ramo de violetas. Este gesto romántico pronto se convirtió en el símbolo icónico de Toulouse, tejido en el tapiz de su cultura.
Aquí las violetas no son simplemente caramelos en forma de flor, como en Madrid. Tampoco son imitaciones. Son auténticos pétalos, delicadamente envueltos en un abrazo de caramelo, uno por uno, como si fueran pequeñas almendras garrapiñadas. Su aroma evocador y su historia entrañable los han convertido en el souvenir más popular y delicado de la Ciudad Rosa, un tesoro que encapsula la esencia de la urbe y la lleva consigo a todos los rincones del mundo.
8. Garbure
Sumergiéndonos en las profundidades de la tradición culinaria, nos topamos con la Garbure: un caldero rebosante de esencia. Una caricia convertida en plato, en el cual la col, las patatas, zanahorias y alubias se entrelazan con pedazos jugosos de pato o cerdo. Este plato rústico y saturado de sabor, con raíces en las regiones pirenaicas de Gascuña y Bearn, antaño fungía como el motor que avivaba a los campesinos durante los crudos inviernos. Podríamos decir que se trata del pariente galo del cocido español, aunque matizado por un inconfundible toque sureño. Cada cucharada equivale a un periplo por el corazón del sur de Francia.
9. Jambón Noire de Bigorre (DOP)
El "Porc Noir de Bigorre", conocido entre los devotos del buen paladar como el cerdo negro de Bigorre, se erige como un emblema en el rincón suroccidental de Francia. Surgido en la tierra de Bigorre, anclada en los Hautes-Pyrénées, este cerdo de pelambre lustroso y extremidades esbeltas deambula a sus anchas, alimentándose de trufas, bellotas, frutos silvestres y raíces. Es precisamente ese régimen de libertad y naturaleza el que presta a su carne una excelencia única y una infiltración de grasa fuera de serie. Del seno de este cerdo nace el exquisito "Jambon Noire de Bigorre", un jamón con denominación de origen que reluce como una joya cimera en el panorama gastronómico galo. Al degustarlo, cada mordisco susurra la esencia y la tradición culinaria del sudoeste francés.
10. Pastís Gascon
Adéntrate en la dulcedumbre del suroeste francés a través del Pastís Gascon. En algunas esquinas, responde al nombre de "Croustade aux Pommes", no obstante, bajo cualquier denominación, este postre se erige como un canto lírico a Gascuña. Visualiza láminas delicadas y crujientes de masa filo, cada una impregnada con el seductor perfume de la mantequilla, abrazando un núcleo de manzanas caramelizadas, previamente maridadas en Armagnac, ese brandy característico de la región.
Su génesis, de origen humilde, sí, emergió en las cocinas cálidas de las moradas campestres. Aquí, las manos diestras de generaciones han convertido ingredientes sencillos y locales en obras maestras de la repostería. Las manzanas, tan arraigadas en la región, hallaron en la masa filo a su pareja idónea, engendrando un postre que trasciende las eras.
Conclusión
La fascinante escena gastronómica de Toulouse es una experiencia que no puedes ni debes pasar por alto. Ahora bien, ya estés planeando un una estancia de 4 a 5 días en la ciudad, o una breve parada en tu ruta por el Sur de Francia, abarcar la totalidad de su cocina podría representar un desafío titánico. Sin embargo, existe un atajo para descubrir la apasionante cocina del Suroeste de Francia en tan solo una mañana: hacer uno de nuestros tours gastronómicos guiados.
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